Como vemos aquí este no es un pollo, lo que se dice, "normal". Criado por José y matado por Joaquín (hijo), quien, como vemos, no tuvo suficiente cuidado y se llevó un buen trozo de piel, algo que no puede suceder en un buen pollo atropellado. Ah! y pesó cuatro kilos...
Primeramente rajamos el esternón por el centro, separamos las pechugas hacia los lados y quitamos todos los huesos del pecho y la columna. Podrían quitarse también los huesos de las alas pero eso requiere un poco mas de práctica y de lo que trataremos en todo momento es de no romper la piel.
Luego rajamos la parte interior de los muslos y patas separando la carne y quitando los huesos.
Un buen fuego y a la parrilla. Condimentado a gusto: sal y pimienta, limón, ajo y perejil, mostaza y mantequilla....
Cuando la piel esté dorada y crocante lo damos vuelta para que termine de cocinarse. Un pollo normal, de carnicería, de unos dos kilos, nos llevará poco mas de una hora, a fuego moderado. Podemos taparlo por arriba con una tapa de olla para reducir un poco el tiempo.
Acompañado con unas buenas papas asadas.
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